jueves, 22 de noviembre de 2012

Historia del miedo (sólo una parte del todo)

El miedo nace cuando nacemos. Compañero de viaje fastidioso o atento, según las circunstancias y el trayecto, nos asalta sin previo aviso y nos viene a desbaratar los planes armados cuidadosamente bajo la falsa idea de "tengo todo bajo control".
A veces, el miedo es padre de la niñez, y nos asusta como el hombre de la bolsa, corriendo detrás nuestro en oscuras pesadillas. En ciertos momentos de la vida, es un miedo chiquitito, compartido, universal, socialmente aceptable, como el que sentimos cuando "vamos a ser" madres o padres. Ante las decisiones importantes, el miedo puede ser aliado o contrincante, paralizante o activador de todo aquello que queremos hacer y no nos animamos a empezar de una buena vez (aunque no sea para siempre). El miedo se cree tan importante que aparece a cualquier hora, en cualquier lugar, como si nosotros estuviéramos siempre listos, con los brazos abiertos para él. Pero el miedo no es un amante solícito y ardiente, ni un padre cariñosos, ni un amigo fiel. El miedo no existe, pero que los hay, los hay.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Río

Sola, entro en el paisaje silencioso de un río sin palabras y revuelto.
Camino con las manos y los pies, me pongo de rodillas y siento los guijarros hundirse en la carne hasta los huesos. Quiero inundarme con el rugido apagado de la corriente entre los juncos.
El agua me toca y me abraza, pero no es ni dulce, ni cálida. Es un tironeo constante y doloroso, que empuja hacia adelante mi cuerpo con la fuerza de un caballo desbocado. Al fin, me canso y dejo que el río me levante y me sacuda, me hamaque con vehemencia hacia el centro de su cauce. Soy la misma, otra vez, cuando vuelvo a la orilla. El agua deja en mí algo de ese brillo que alguna vez fue nuestro.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Volver

Un año y medio. Sin que nadie me echara, me fui de este espacio por un tiempo. Parece mucho, poquito, nada. Meses, semanas y días, algunos tormentosos y otros soleados, unos con viento soplando desde el Norte, y otros con Sudestada y crecida del río y todo.
Pero estamos de vuelta, con la frente para nada marchita, tratando de mirar un posible horizonte y escribiendo con ganas. Dudé mucho, no crean... porque volver puede que me suene a estar otra vez "en el mismo lugar". Y si hay algo que decidí en estos últimos meses, es no quedarme "en el mismo lugar" nunca más. Así que aquí estoy, revisitando este espacio para darle alas, otra vez a la escritura y a la fotografía.
Espero encontrarlos por acá (también) y bienvenidos (otra vez).