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miércoles, 20 de febrero de 2013

La puerta de entrada

Hay otro mundo en el que las cosas ocurren de otro modo, de uno muy singular, diferente a todo lo que conocemos hoy, aquí y ahora. En ese espacio/tiempo no hay ni espacio, ni tiempo, no hay nada que importe más que lo que somos en esencia. Existen sí, algunas "cosas" (sucesos, sentimientos, historias, sensaciones...) que no pueden ser nombradas, porque las palabras son un invento, y ellas están más allá de la comprensión humana. No podemos aprehenderlas, no podemos sujetarlas. Las sentimos, las abrazamos, nos abrasan con pasión hasta quemarnos, suspiran al oído, respiran sobre nuestra nuca, posan sus cuerpos sobre el nuestro, apretándonos con fuerza y delicadeza a la vez. Pero no podemos hablar de eso, no podemos descifrarlo, desgranarlo, desmenuzarlo, diseccionarlo. El conocimiento es la gran trampa a la imaginación, pero a veces no podemos hacernos trampa. Es entonces cuando, en esos instantes, que de tan reales parecen mágicos, el sueño anida en nuestras retinas y ya no hay sufrimiento, ni duda, ni miedo. Sabemos lo que queremos, sabemos lo que sentimos, sabemos que es nuestro íntimo río de sensaciones viejas y nuevas, las mismas que nos llevarán por el cauce que nos pertenece ahora, siempre.
La vida, la escencia, vos, yo, nosotros, todos. Las redes invisibles que nos unen para siempre cuando nos cruzamos una y otra vez, en el mismo tiempo/espacio que es otro, pero es el mismo.

(Escribo esto empapada, poseída casi por el mundo creado por Murakami en Kafka en la orilla. Gracias, Maestro)

jueves, 15 de noviembre de 2012

Volver

Un año y medio. Sin que nadie me echara, me fui de este espacio por un tiempo. Parece mucho, poquito, nada. Meses, semanas y días, algunos tormentosos y otros soleados, unos con viento soplando desde el Norte, y otros con Sudestada y crecida del río y todo.
Pero estamos de vuelta, con la frente para nada marchita, tratando de mirar un posible horizonte y escribiendo con ganas. Dudé mucho, no crean... porque volver puede que me suene a estar otra vez "en el mismo lugar". Y si hay algo que decidí en estos últimos meses, es no quedarme "en el mismo lugar" nunca más. Así que aquí estoy, revisitando este espacio para darle alas, otra vez a la escritura y a la fotografía.
Espero encontrarlos por acá (también) y bienvenidos (otra vez).



lunes, 10 de enero de 2011

Luna

Sutil, como la seda, supiste tocar mi piel con ternura. Mis manos compartieron con las tuyas ese espacio que solamente existe cuando estamos cerca.
Si no estás, no hay lugar para la alquimia, ni el desorden. Si no estás, el instante construido se desarma en gajos y semillas. Dan origen a otro instante, perenne y de follaje intenso.

¿Qué vive de esto?

El paso del tiempo alado.


Las gárgolas que cuidan las Tres Marías.


La canción que se hamaca en el silencio.


El puente de tu alma.


La luz espera que tus ojos amparen tanta vida y que descifres el secreto de esta noche, para siempre, para que puedas sonreir, como antes.

domingo, 18 de julio de 2010

Hilos

Tan livianos como para hamacarse en el viento. Como las babas del diablo. Invisibles y delgados, de hilo de costura apretada en el ruedo de un vestido de primavera. Tan resistentes al tiempo como la tanza del pescador más experimentado, que lucha contra viento y marea desde su bote para atrapar al gran pez. Suaves, delicados, porfiados, no son nunca ovillos sino dibujos deshilachados en el aire. Sobre el cielo, los hilos se dividen en hebras de tonos imposibles: son dorados, de plata, azules, cobrizos, rojos. Recorren infinitas distancias, de tiempos y espacios insondables, pero siempre llegan a destino. Hilos que son caminos. Hilos que abrazan y celebran bailoteando en una terraza, en un parque, en una mesa, en un silencio de noche. En la luna, también bailan, los hilos de tus ojos, de tu alma. Mientras tanto, la música siempre señala el recorrido.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Fiesta


Una gota derrama por la orilla menos esperada. Un camino poco explorado, empieza a verse a lo lejos. El horizonte hierve y se derrite, como ahumándose, delante de mis ojos que no esperan nada de tan secos hoy. Y sin embargo, llueve a cántaros, llueve como si nunca antes hubiera caído agua del cielo, llueve como si un gran telón se hubiera corrido de una vez y para siempre. Es la ausencia, es el silencio, es la falta de algo en mi interior, es la partida del tren anunciada en el cartel de la estación mientras tu mano saluda a través de la ventana. Como si fuera ayer. Como si fuera hoy. Como si fuera yo.
Y el tiempo desata, desanda, deslumbra, desubica, desalienta, despliega, desplaza, desvía, desconecta, desmenuza, desmiembra.
Y después, nos toca construir, compartir, acompañar ese tren repleto que partió. Y será entonces cuando te pida que atemos las cuerdas, acompañemos a los músicos, alumbremos el camino, aprendamos juntos, ubiquemos las huellas, alentemos al fuego, reemplacemos al dolor por la alegría, encausemos al río por su senda, conectemos tu alma con la mía, recompongamos la noche que ya estará estrellada y rearmemos esta vida.
Festejemos… que no hay tiempo que alcance para danzar de la mano en medio del bosque.

domingo, 18 de octubre de 2009

Casa


Estoy sentada en un sillón blanco, en un patio de baldosones morados y blancos. Es mi casa blanca y enorme ahora. Malvones, madreselvas, achiras, cañas y jazmines me rodean como una gran coraza milagrosa y florida. Una mata de statis japonés ilumina un rincón azulado. Las margaritas salpican todo el pasto, curiosas y rebeldes. Huelo. Menta, yerba buena, tomillo, curry, son los fuertes aromas de otro tiempo. Respiro profundo, viajando sin moverme, y los recuerdos golpean fuerte en mis pulmones. No los dejo salir fácilmente, los saboreo y me deleito con lo que fue. Adentro de la casa, en la cocina, ya está listo el festín a la espera de los otros. Abro los ojos, que desde hace un buen rato se cerraban al sol. La luz se me hace difícil y por un segundo parece demasiada para mis retinas cansadas. Sin embargo, no es suficiente, nunca es suficiente la luz ni el tiempo preciso para ver y verlo todo. Hilando pensamientos como hebras, me propongo plantar cuanto antes un árbol de cedrón. Es en ese exacto segundo cuando escucho a lo lejos las voces pequeñas y gritonas de mis nietos. Están llegando a casa. Pronto mis ojos estarán vivos nuevamente, jóvenes, ávidos y mis manos y mi cuerpo se moverán como hace treinta años atrás. Para abrazarlos, para sostenerlos, para mimarlos. Mañana mismo voy a pedir ayuda para plantar ese cedrón… Ahora, a disfrutar del festín.